Yo (Haragán), como todos, nací, me crié y vivo entre asesinos. Unos son profesionales que trabajaban para el gobierno de turno o para quien les pueda dar una buena y cuantiosa soldada, o aún haciendo su trabajo para quien los contrata son, diríamos, independientes. También están aquellos que entran en sociedad sin previo aviso, son autodidactas o simples imitadores; de estos, todos dicen que nadie habría pensado que pudieran llegar a protagonizar tales barbaries, era un tipo de lo más normal es la frase con que se les suele calificar. Los primeros de todos son los más numerosos, y sus actos suelen quedar impunes, bien porque están protegidos por los poderosos o simplemente porque son auténticos profesionales de las cosas de matar. A los segundos, los de aquí te pillo y aquí te mato, nunca mejor dicho, suelen caer con los primeros derramamientos de sangre, son detenidos, abatidos o se quitan de en medio ellos mismos. A mí lo que más me jodería si viene uno de ellos a darme el pasaporte es que se excuse con eso tan manido de que no es nada personal, que solo es trabajo. Pues que te jodan, si vas a arrebatarme mi existencia yo te escupo a la cara y te digo que eso es más que personal. Trataría de escapar o, en última instancia, defenderme contraatacando. Lo malo es que cuando el asesino es un buen profesional, ya ha estudiado más que bien el terreno y buscará que vuestro encuentro sea también el último; el hijo de ... irá bien preparado y tú te sorprenderás al descubrir que llevas todos los boletos de la macabra rifa. Lo peor de los asesinos es que se suelen acostumbrar a tan deleznable trabajo, y aunque por dentro se les vaya corroyendo el alma si es que la tienen, sus actos les hacen sentirse como dioses. La Fraternidad de Gobiernos del Planeta Tierra ha creado un organismo que coordinará a la mayor concentración de asesinos profesionales jamás vista; y lo peor es que esta vez no se matarán entre ellos, al menos al principio, sino que dedicarán sus esfuerzos en aligerar las listas de embarque para Destinity. En el centro de operaciones del citado organismo cuyo nombre no quiero pronunciar ni escribir, para no tentar a la bicha, diseñan las estrategias para que los asesinos aficionados, esos que surgen como las setas en el monte cuando se dan las circunstancias apropiadas, hagan de las suyas y tarden en ser abatidos por los profesionales, se les deja que sigan la matanza no abortándola al primer brote de sangre, haciendo de su persecución y ejecución auténticos realitys. © Antonio Salvador Manchón Alonso. San Fulgencio (Alicante) 2015. Todos los derechos reservados. Esto es un fragmento del escrito: Comunicando con Dios.
martes, 14 de abril de 2020
Asesinos.
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